LOS ANTIGUOS PERUANOS TAMBIÉN SE TATUABAN
Salvo mejor parecer, los aretes, el cabello largo y los tatuajes hoy en día simbolizan mayormente el desenfado de una juventud siempre rebelde y esnobista. Antes, tenían mucho significado entre nuestros antepasados, como el ser utilizados solo por la nobleza y expresaban su vinculación con la deidades y los símbolos místicos.
A solo 148 km al
norte de la ciudad de Lima, en pleno corazón de la ciudad portuaria de Huacho,
una serie de momias tatuadas yacen a la espera de mayores visitantes que
reivindiquen su carácter de embajadores de nuestras culturas milenarias.
Entre ellas, destaca
el "Señor Tatuado de Huacho”. Este antiquísimo curaca, descubierto por el
Dr. Arturo Ruiz Estrada en el año 1981, habría sido un chamán, cuyos tatuajes azules,
hechos con un fruto traído de la selva llamado huito, permitirían conocer la
posición social, religiosa y militar.
En su pecho destacan
representaciones del sol y la luna, en medio de ellos, un felino que infiere
fuerza y energía, luz, quizá un símbolo asociado al dios Vichama, también un
pelícano, el dios Waman Katax, dios de la fertilidad.
Los tatuajes
estilizados de peces en piernas y manos traducen energía y fuerza del mar, pues
los antiguos yungas, desde los habitantes de Caral, Bandurria, Huaricanga y
Caballete, consumían mucho pescado, sobre todo las anchovetas, mariscos y
moluscos con una equilibrada dieta vegetal.
Lo que pueden
inferir los arqueólogos es que en el antiguo Perú, hombres y mujeres de la
nobleza decidieron perennizar en sus propias pieles, animales con marcado
simbolismo relacionado a las divinidades (el sol, la luna, animales como
felinos, aves y serpientes) y figuras geométricas, pertenecientes a su
respectiva cosmovisión y por ende, interpretación del mundo.
ANTIGUOS COMO EL
HUMANO
Los tatuajes son
tan antiguos como la propia humanidad. El hombre tatuado más antiguo hasta el
momento (3370 y 3100 antes de Cristo) fue rebautizado como “Ötzi el hombre de
hielo” y fue descubierto justamente momificado por el hielo, en 1991 por dos
excursionistas en los Alpes de Otzal en la frontera Austro-Italiana.
En América, el
más antiguo sería el “Hombre de Chinchorro” en Chile, quien luce un bigote
tatuado en el rostro. Los arqueólogos de medio mundo coinciden en la relación
de los tatuajes y el linaje, las prácticas religiosas, místicas e inclusive terapéuticas.
En la costa
norte del Perú, la cultura Moche también hizo uso del tatuaje. La famosa “Dama
de Cao”, mujer de la élite de los mochicas, que vivió entre los años 300 a 400
d.C., tenía en su brazo y antebrazo derecho, tatuajes que representan
serpientes, felinos, lagartos, monos y arañas, animales míticos que confirman
el poder político y religioso de este personaje.
LUCHAN POR LA CULTURA
Revista
Turística Perú Inka visitó Museo Regional de Arqueología de la Universidad José
Faustino Sánchez Carrión, entidad que pese al poco apoyo del Estado peruano, mantiene un importante patrimonio en custodia, como es el caso del Hombre Tatuado de Huacho y otros
individuos de su alcurnia, que se exhiben estoicas en sus instalaciones.
Son casi 40
momias y huacos que, evidentemente no se encentran en el mejor estado de
conservación, pero que deben ser vistos con suma urgencia por los peruanos
conscientes de sus raíces y explicaciones correspondientes.
El local tiene en
total otros 20 fardos funerarios y 4.000 piezas, entre ceramios, textiles y
objetos de cuero y madera pre-Chancay y Chancay. Las piezas más antiguas que se
exhiben en él datan del periodo del Horizonte Medio, y la mayoría corresponde
al Intermedio Tardío, especialmente de la cultura Chancay.
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