ICA: ENTRE DUNAS Y VIÑEDOS
Ubicada a 310 kilómetros de Lima, unas 4 a 4.20 hrs. en auto, Ica es siempre una ciudad agradable para visitar y disfrutar, con su mar cálido, su oasis de la Huacachina y alternativas de turismo de aventura, tradicionales bodegas vitivinícolas y sol todo el año.
Pero también es hoy, una ciudad
que va dejando atrás la desgracia del sismo del año 2007. Ahora, en medio de la
Reconstrucción con Cambios, se abre paso una localidad más moderna, donde
gracias al auge de la agroindustria, experimenta un importante boom inmobiliario.
La comida es una de las fortalezas de Ica como atracción turística. Qué mejor que darse una vuelta por el Mercado Modelo, donde, como un oasis de sabor, se abre paso el módulo de “Mama Luz”, quien en octubre del presente año cumplió 50 años en este centro de abastos, alegrando las mañanas de miles de comensales con sus panes con relleno, chicharrón, adobo de chancho, asado, tamales, yuca arrebozada, entre otras exquisiteces.
Desayunos como los de antes. A propósito de oasis, a unos 15 minutos del centro de la ciudad se yerguen las enormes dunas que rodean a la Huacachina, que, pese al descenso en sus niveles de agua en los últimos años, no ha perdido el esplendor. Lo importante es disfrutarla mientras siga brindándonos un paisaje inigualable y también un viaje en areneros a toda velocidad, incluida una clase teórica y práctica para descender de las montañas de arena en tabla (sandboard).
Ica es carapulcra con sopa seca, a
la leña; cachina, vinos y piscos. Para ello, lo recomendable es volver, como
emprendiendo el retorno a Lima. En medio del trayecto encontramos diversas
bodegas vitivinícolas como las de Tacama, Vista Alegre, Queirolo. Esta vez paramos
en la emblemática Bodega Lazo, donde los licores mencionados son la
especialidad de la casa.
A pesar de no presentar las condiciones técnicas de preservación que poseen normalmente los museos, esta bodega posee invalorables piezas de la cultura Paracas, armas de guerra del siglo XIX, fotos del siglo siguiente y hasta animales disecados, máquinas registradoras de 1800 y radios, acompañados de botijas de barro donde siempre se conservan los mejo[1]res vinos y piscos.
Obviamente, la visita incluye una
degustación de cachina colada, vinos, piscos, macerados y otros que seguro
encabezarán los tragos del bar de muchos visitantes cuando regresen a casa.
Antes de regresar a Lima no
podíamos dejar de visitar la tradicional chocolatería Helena. Bombones, trufas,
chocotejas; de guayaba, aguaymanto, pisco; un paraíso para los amantes de los
chocolates en sus más increíbles variedades.
Los precios justifican su calidad de más de 40 años al servicio del público. El lugar también es un museo de fotos históricas de Ica, fina decoración y un ventanal que nos muestra las mesas de trabajo donde diariamente siguen elaborándose hasta el día de hoy tan finos dulces.
Ica es cachina y Huacachina.
Deben acudir a ella en cualquier momento y con cualquier estado de ánimo, si no
es bueno, la visita le cambiará el humor en el acto.
Revista Turística Perú Inka
La majestuosidad de la Huacachina.
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